HISTORIA 1
Eran muchos los rumores acerca del viejo caserón. Había quien decía que estaba encantado; otros afirmaban que había sido el lugar de residencia de algún antiguo tirano; e, incluso se rumoreaba que había servido como guarida a algún monstruo legendario.
El aspecto del edificio tampoco alentaba a evocar suposiciones más agradables. Todos sus puntos de acceso estaban tapidos. Los enormes ventanales tenían rotos los cristales y estaban entablillados con maderas carcomidas. El techo de madrea se mostraba hundido dejando a la vista las vigas. Sin embargo, las antiguas gárgolas de piedra se conservaban intactas, mirando con ojos de aversión a los transeúntes ya que los obsequiaba con sonrisas de afilados dientes.
Elea se reía amargamente de todas aquellas historias. Si había algo sobrenatural en aquel lugar era sin duda ella… Elea era un fantasma, un ser a quien nadie podía ver ni oír… ni tampoco sentir. Teóricamente así era. No obstante, Elea sentía algo, algo que le dolía y le hacía sufrir: soledad.
HISTORIA 2
El castillo había nacido como una pequeña aldea. Al estar tan cerca del bosque, los aldeanos habían levantado algunas piedras altas como protección contra los zorros, las brujas y los hechiceros.
Pronto el castillo creció y prosperó tanto que con el tiempo se convirtió en una gran edificación ruidosa y bulliciosa con vistas al río.
Allí vivía Nicassy Mullin, una joven maga deseosa de hacer el bien. ¿Qué cómo era ella? Muy bien, te lo diré: era una mujer menuda y revoltosa cuyo cabello pelirrojo brillaba a juego con sus penetrantes ojos verdes. Tenía una agradable cara redonda, un poco rechoncha de comer pasteles y sus ropas solían estar salpicadas de algún polvo mágico.
